Semana Santa

Ir al encuentro de Dios, redescubrir el sentido del dolor, el valor del sacrificio y la esperanza de la resurrección, todo vivido desde la sencillez de la vida parroquial y con resonancia cotidiana.

Domingo de Ramos, tres comunidades del este de Neuquén nos juntamos en una plaza para vivir esta celebración. 
Hace 2000 años, el pueblo salía a buscar a Jesús esperando encontrar a un Rey que los liberase. 
Por eso me gusta esta celebración 'callejera', porque nosotros, hoy, también salimos a buscarlo, queremos encontrarnos con un Dios que nos haga sentir totalmente libres.
Es muy lindo ver la diversidad del pueblo y mirando sus rostros, sintiendo sus voces, descubrir que gran parte de la conquista de la libertad se da en el encuentro con los hermanos.

Via Crucis por la calle principal de la ciudad. Cinco cuadras de fieles que año tras año reviven este momento singular de la vida de Jesús.
En el pesebre Dios casi llegó al extremo de la 'locura', haciéndose uno con nosotros. Digo casi, porque es en la cruz donde esta 'locura de amor' alcanzó la plenitud, experimentando, como tantos hombres, la lejanía, la ausencia de Dios y en ese momento no dejó a nadie afuera.
Las meditaciones nos hacen reflexionar sobre los dolores actuales, personales y sociales, pero nos alientan a vivir en la esperanza.
Solo en la Cruz encontramos la respuesta silenciosa a nuestros interrogantes más profundos, aún a aquellos que no nos animamos a decir con palabras.

Vigilia Pascual. El sentido pleno de la Pascua se da en este día, se disipan las tinieblas y nos asomamos al profundo misterio de la Resurrección, el don de la vida que no finaliza.
Una noche cargada de símbolos. De todos ellos me quedo con las manos de tantos hermanos que llevan una luz, aunque sea pequeña, a cada lugar donde Él nos envía y con la gran alegría que vivimos como pueblo, sintiendo que Dios esta cerca, quiere caminar con nosotros y nos ama como solo un papá, una mamá pueden hacer.

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