Madryn nos acogió con alegría y sorpresa a pleno sol, con la playa que no nos dejaba alejarnos llamándonos todo el tiempo a la arena suave y no bajar los ojos del mar.
Recorriendo una y otra vez la costanera amigable, del centro a los médanos protegidos, custodiados por la Cabeza del Indio fuimos descubriendo la ciudad poco a poco.
Primer día almuerzo en un parador de la playa. Satisfechos de mar y placer, pero esa satisfacción que te dan ganas de mas!
Una buenísima entrada a la ciudad fue ir a visitar el Ecocentro. Un espacio donde la naturaleza, la poesía, la historia, la fotografía y el cuidado de la vida se conjugan con naturalidad.
Palabras. Sensaciones. Colores. Sonidos. Perder la mirada en el mar que te rodea. Buscar. Leer. Oir. Sentir.
Noche de Cantina espectacular. La cazuela de mariscos, el blanco y las ganas de estar con los que siempre compartimos nos dejaron reposando en la alegría.
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