26 septiembre 2010

Peregrinación a Centenario

El domingo despertamos con mucha expectativa y entusiasmo. Una mañana linda, sin viento, fresca como cualquier otra mañana de septiembre, algo gris pero con un toque diferente porque esa mañana, más de 10.000 (algunos dicen que hasta 30.000) elegimos caminar juntos a Centenario.
Arrancamos desde nuestra comunidad un poco antes de las 8 y por el camino se fueron sumando otros hermanos, cuando llegamos a la rotonda de Alta Barda empezaba a formarse ese río de caminantes que avanzaba sin detenerse y que no quería perderse este momento especial de encuentro con la Virgen de Luján. Venían de todo Neuquén y un grupo, que había salido de Plottier a las 5 de la mañana, se encontró con la larga caravana a la altura del peaje, la alegría de verlos se manifestó en un espontáneo aplauso que estalló cuando los vimos aparecer en medio de la Barda.
La diversidad en la procesión fue la nota dominante y también la gran presencia de jóvenes. El colorido de las comunidades, los caminantes descalzos, alguno con muletas o silla de ruedas, los más chiquitos llevados por sus papás, cuidados y protegidos en los cochecitos y tantas cosas en el corazón de cada uno de nosotros, todo es materia prima para la ofrenda a Dios, un Dios que nos invita a andar juntos.
Por momentos rezábamos el rosario o cantábamos con mucha alegría, pero ésta no era la única oración. A medida que avanzábamos el corazón se iba preparando y poco a poco nos dábamos cuenta que todo puede hablarnos de Dios: los álamos que empiezan a pintarse de verde, la columna de peregrinos de varios kilómetros de largo, esos pies descalzos o la señora en silla de ruedas, personas mayores apoyadas en jóvenes o la presencia, casi desapercibida, del Obispo caminando junto a su pueblo; así la oración tomaba una forma más fuerte: poner el alma en Dios y animarnos a un coloquio que nos alivia y nos hace ser.
Al llegar a la plaza de Centenario todo estaba preparado para la celebración de la Misa con el Obispo y muchos sacerdotes de la diócesis. En la homilía algunas ideas para seguir pensando: Dios no nos dice quédate tranquilo, siempre nos invita a mejorar. En el Evangelio (Lc.16. 19-31) el rico no tiene nombre, pero el pobre sí: Lázaro, contrariamente a lo que pasa en nuestra sociedad donde no sabemos como se llama el pobre pero de los ricos no sólo conocemos su nombre sino todo los detalles de su vida. Fue muy clara la imagen del rico que ni  siquiera 've' a Lazaro aunque pasa todos los días delante del él, a partir de ella Marcelo nos invitaba a no quedarnos mirando nuestro dolor, que seamos capaces de ver los dolores de los hermanos y estar cerca de los que sufren. ¡Todo un llamado a la conversión en boca de nuestro pastor!
Para todos los que estuvimos allí fue una mañana espectacular coronada con una celebración profunda y movilizadora.
Hay cosas que no se explican con palabras, pero en el corazón tenemos una certeza indudable. ¿Por qué esta procesión que no nace de una aparición u otro hecho extraordinario tiene tanta convocatoria? No es necesario buscar razones, como dice la sabiduría popular: 'la mamma è la mamma', ella nos reúne y nos lleva al encuentro con el Padre.

Comparto una pequeña y hermosa meditación:

"Es tan hermosa la Madre en el recogimiento con que el Evangelio nos la muestra:'conservaba estas cosas en su corazón'.
Ese silencio pleno tiene un encanto para el alma que ama.
¿Cómo podría yo vivir a María es su místico silencio, cuando a veces nuestra vocación consiste en hablar para evangelizar, expuestos siempre en toda clase de lugares, ricos o pobres, en los bares y por las calles, en las escuelas, en los diferentes ambientes?
También María habló. Y nos dio a Jesús. Nunca nadie tuvo en el mundo mejor apóstol. Nunca nadie tuvo el don de la palabra como ella, que nos dio el Verbo.
María es verdadera y merecidamente Reina de los Apóstoles.
Pero ella calló.Calló porque dos a la vez no podían hablar. Siempre la palabra ha de apoyarse en un silencio, como una pintura sobre un fondo.
Calló porque es criatura. Porque la nada no habla. Pero sobre esa nada habló Jesús y se dijo a Sí mismo.
Dios, Creador y Todo, habló sobre la nada de la criatura.
¿Cómo vivir entonces a María? ¿Cómo perfumar mi vida con su encanto?
Haciendo callar a la criatura en mí y dejando hablar, sobre este silencio, al Espíritu del Señor.
Así vivo a María y vivo a Jesús. Vivo a Jesús en María. Vivo a Jesús viviendo a María."
Del libro 'María, humanidad realizada' de Chiara Lubich 

1 comentario:

Clara dijo...

Me gustaron mucho las fotos y lo que escribiste en cada una!!
todo lo escrito describe muy bien esos momentos...Muy lindo!