30 septiembre 2012

Procesión a Centenario

La primavera nos regalo una mañana deliciosa de sol y calma de domingo. María nos convoca, bien tempranito empezamos a caminar a su encuentro, ella nos espera. Avanzamos, se van sumando los peregrinos a la columna portando distintas imágenes, todos con la misma meta, llevarle nuestras necesidades, agradecimientos y ofrendas a la Virgen de Luján que está en Centenario.


Es un encuentro con Dios, Dios que peregrina en una iglesia viva, Dios que se hace presente en la charla con el hermano, Dios que nos toma en el silencio interior, Dios que nos acompaña en la marcha que no se detiene y que va tanto por fuera como por dentro.

El grupo grande



Manos que expresan y acogen.









Primeros planos












Los que llevan las imágenes








Asomando la llegada, las emociones se entremezclan, entramos a la plaza en Comunidad donde celebraremos la misa , caminamos juntos entre otros hermanos que ya llegaron y nos reciben, tantas estatuillas de la Virgen que hablan de presencia, diversidad y unidad,  personas que vinimos con diferentes motivaciones y realidades . Un camino largo, muchas cosas para dar gracias, muchas otras para pedir que confiamos al corazón de la Madre: dolores cercanos, familias que pasan por momentos difíciles, incertidumbres, enfermedades de amigos, todo puede ser materia prima para un amor más grande.


En la misa el obispo Virginio, nos hace reflexionar sobre la necesidad de practicar la justicia, no se quedo en conceptos abstractos, habló de las muertes sin esclarecer, de la gran cantidad de muertes inútiles que se dan particularmente en el oeste de Neuquén y de la defensa de la vida desde la concepción, a lo largo de toda su existencia y en particular el respeto de la vida del enfermo terminal, pidiendo especialmente por Marcelo. 
Algunos fragmentos de la homilía:
María es una mujer que sigue las cosas que Dios le pide por eso fue declarada Feliz.
Jesús en su seno es fruto del Espíritu Santo pero también es fruto de su sí.
Jesús debe encarnarse en nuestras vidas...presencia visible en cada uno de nosotros.
María nos marca el camino a través de su actitud: primero fue a solidarizarse con su prima Isabel, fue a ayudarla, a sostenerla y también nos enseña con su palabra: el Magnificat: una proclamación de lo que debe ser el camino del creyente: camino de fe que se expresa de forma concreta a través de su modo de vivir, de su modo de pensar y de su modo de sentir.
María habla de la justicia que debe crecer en cada persona humana... y que se debe ver en nuestra forma de actuar.
La justicia no es algo optativo, es fruto de una fe que se vive.
Dios se fija en el humilde, se fija en el último. Dios es Dios de todos pero comienza su camino desde los más pequeños y pobres.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia.
Todos somos responsables cuando nos desinteresamos, no nos solidarizamos o cuando abiertamente practicamos la injusticia.
Un llamado a la conversión para que nuestra sociedad sea distinta.
No vivimos los tiempos mejores pero podemos hacer que este tiempo sea mejor.
Seguir a Jesucristo nos plantea de alguna manera revisar los criterios para llegar a una opción concreta, a una opción viva en favor de todos, en favor de la Vida



1 comentario:

Mariana Borja dijo...

Lindas las fotos y lindas las sonrisas de la gente!