La condición física es importante, no son pocos los casi 60 km del recorrido, pero lo que hace especial a este momento no es el desafío deportivo sino la preparación al encuentro con ese Padre que nos ama con locura.
La imagen de ir a la casa de Dios es muy fuerte y a medida que pasan los minutos, con cada paso que damos esa certeza se hace convicción. María, como hizo hace 2000 años nos muestra el camino, nos acompaña y nos hace parte del pueblo que encuentra en la fe la respuesta y la esperanza para la vida.
Fue una experiencia vital.
Como en la vida hubo momentos de mucha alegría, otros de cansancio, de acompañamiento y de soledad, de agotamiento extremo, de encuentro con un hermano que te ofrece el hombro y te ayuda a seguir, de mucha comunión, momentos sagrados de oración comunitaria y otros no tanto, pero todo marcado por Su presencia.
Hay momentos que queremos decir basta parece que no tenemos más fuerza y entonces llega un mensajito diciendo 'pedí por...' y entonces el sacrificio tiene sentido, porque no es sacrificio en sí mismo, o por mí, sino por amor al otro. Y eso alcanza para volver a ponernos en camino.
Llega la noche y el cansancio se hace agotamiento, uno sigue sin ver, confiando, no en las propias fuerzas, sino en la experiencia del hermano, en la promesa, en la esperanza del encuentro con Algo que nos supera y que nuestro limite no nos permite comprender.
Finalmente la claridad del día que nace va coloreando el río vivo y los rostros de los compañeros se distinguen fácilmente, en cada uno se ve el cansancio y la alegría.
2 comentarios:
Claudio que magnifica imagen de la Basilica!!!
Muy linda experiencia, gracias por compartir. Bendiciones!!
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