No tengo muy buena memoria pero no recuerdo otro recital que haya visto desde la tribuna. Es raro. Es diferente. Hay menos transpiración, menos pegoteo, menos cansancio post-recital pero también menos rockandroll. Eso sí, lo que 'perdés' en la adrenalina de preguntarte si no vas a salir muerta por deshidratación o con algún hueso quebrado lo 'ganás' en tener una visión más calma y global del recital.
Hay algo que no puedo dejar de escribir: no tocaron sus versiones ni de “El Arriero” ni del ya clásico “Cielito Lindo” pero en las más de dos horas y media de recital recorrieron casi toda su discografía. Arrancaron con “Paraguay” y ahí le dieron duro y parejo: “Tanto anteojo”, “Hombre en U” –de su último disco-, “Azulejos”, “Elefantes en Europa”, “Qué tal”, “Salir a asustar”, “Camaron Bombay”, “Spaghetti del rock”, “Par mil”; parecía un “Grandes éxitos” en vivo. Creo que no dejé de sonreir ni un minuto. Casi me tiro desde las tribunas al pogo cuando sonaron “Ala Delta” y “El 38”.
El cierre del recital fue de lo más emotivo, Mollo dejó claro de dónde viene cuando tocó “Mañana en el Abasto” de Luca Prodan y un enganchadito de “Banderitas y globos”, “El ojo blindado” y “Mejor no hablar de ciertas cosas”. También se dio (y nos dio) el gusto de homenajear a Billy Bond con su versión de “Salgan al Sol”, a Jimmi Hendrix con “Voodoo Chile” y a Pappo con “Sucio y desprolijo”.
Definitivamente estos tipos disfrutan haciendo música, casi no hablaron en todo el recital, excepto para invitar al escenario a la gente de “Estrellas Amarillas”, quienes trabajan por la concientización de la seguridad vial, y para agradecerle al público. Y pese a que tocaron bastante tiempo y de forma muy intensa, daban ganas de escucharlos un ratito más.
Fue viernes, cuando terminaron de tocar “Mejor no hablar de ciertas cosas”, nos quedamos esperando los bises pero prendieron las luces y los parlantes empezaron a ensordecernos, para que no queden dudas que había que irse a dormir. Quedó un poco como ese gusto a poco, aunque no fue poco. Pero la verdad no hay nada que reprocharle ni a Mollo ni a Arnedo que a sus 56 y 59 años respectivamente la siguen rompiendo en el escenario. Tampoco a Catriel Ciavarella, que todavía no estoy segura que tenga solamente dos brazos.
Fue viernes, cuando terminaron de tocar “Mejor no hablar de ciertas cosas”, nos quedamos esperando los bises pero prendieron las luces y los parlantes empezaron a ensordecernos, para que no queden dudas que había que irse a dormir. Quedó un poco como ese gusto a poco, aunque no fue poco. Pero la verdad no hay nada que reprocharle ni a Mollo ni a Arnedo que a sus 56 y 59 años respectivamente la siguen rompiendo en el escenario. Tampoco a Catriel Ciavarella, que todavía no estoy segura que tenga solamente dos brazos.
Finalmente permitíme afirmar que no hay ninguna banda de rock nacional que haya sobrevivido como sobrevivió Divididos. Lograron algo que ningún grupo pudo: mantenerse 25 años haciendo rock sin perder la esencia y sin caer en el autoplagio. Y si creés que estoy equivocada, escuchá “40 dibujos ahí en el piso” o “Acariciando lo Áspero” y después escuchá “Amapola del 66” y no hay nada más que discutir.
1 comentario:
Llegue aca buscando imagenes y me encuentro con esto... muy bueno como lo contas y las imagenes excelentes...!!! voy a tomar un par prestadas... :)
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