Un sueño

En el 2005 iniciamos una hermosa aventura familiar: acompañar a nuestra hija en la elección de la carrera y la posibilidad de realizarla.

Mariana, por su parte, iniciaba su sueño que no sólo compartimos por el hecho de ser familia sino también por vivir codo a codo los intensos momentos de este hermoso camino.

Muchas alegrías, mucho trabajo, algunos desengaños, mucha garra, pequeños y grandes dolores, creatividad, algunas lágrimas, fantasía, esperanza… pero sobretodo un espacio de crecimiento donde la entrega y la pasión marcaron los ritmos. Muchas pavas de mate, muchas noches sin dormir y muchísimas corridas de último momento dieron su fruto el 31 de agosto cuando sus profesores le dijeron ‘colega’ y Mariana confirmó lo que intuyó hace 6 años y fue construyendo paso a paso: ser Arquitecta.

Para mí también fue una época de gran aprendizaje. Por un lado por su seriedad al encarar todas las materias, como si todas tuvieran la misma importancia y por otro por su coherencia, fiel a sus inspiraciones que le hicieron desarrollar proyectos jugados sin atenerse a los estándares de la uni, aunque eso significara una peor nota o defender su idea con uñas  y dientes, como lo hizo hasta en la última materia.

Un regalo adicional fue ver la cantidad de amigos que se acercaron a compartir con ella el momento de la tesis manifestando efusiva e intensamente su cariño a pesar de los huevazos, la mezclas asquerosas y hasta algún tijeretazo al pelo, que se llevó un mechón más largo de lo pensado…

En el corazón sólo nos queda un GRACIAS enorme, gracias a Dios por esta hija que nos confió, gracias a todos los que la ayudaron en este camino y sobre todo gracias a Mariana por su garra, su amor por lo que hace y por su coherencia que la hace una persona íntegra.

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